lunes, 1 de agosto de 2011

RECETA DE COCINA


Atardece,cierra sus ojos y sonríe, puede oír a los pájaros
que siente tan de asfalto como él, buscando cobijo del
campo frío en los escasos árboles que les rodean.
Es un hombre indistinto a cualquier otro, acreedor de esa edad en la que uno descubre que la vida no es, indiscutiblemente como la soñó, y aún así, se presiente vivo, inmerso cada día en este irrefrenable mundo de cláxones y furias inauditas. Se mueve de aquí para allá sin dejar de escuchar su propio latido, cauteloso y aún convaleciente de tantos sentimientos desangrados.
Quizás fué la vida que quiso darle la ocasión, brindarle una nueva fe y como si de un plato vacío se tratase, a su ya maltrecho corazón, con un golpe seguro y certero estampó contra el suelo, convirtiéndolo en infinitos restos que entonces le parecieron el final.
¡ Cuántas veces le venció la idea de fracaso ! ¡ Cuántas sus manos sangraron al roce de una arista, casi imperceptible, en tan bella cerámica ! Y cuántas más intentó olvidarse de tanto descalabro, corriendo sin rumbo,  asustado.
Pero no hay laberinto sin salida, ni adivinanza sin solución y vacío o no, de nuevo retoma la difícil tarea de recomponer su corazón. Ha pasado el tiempo, el miedo mermo su intensidad y la tarea, a su vez, dejó de ser tan ardua. Casi ha logrado llegar hasta el final, sabe que nunca quedará como estaba, hay profundas cicatrices, huellas del desastre, que sus manos, torpes antaño, hoy restauran con nueva habilidad. La oscuridad avanza, contempla el cielo que le corona, sabe que a cada uno de sus latidos una estrella les da vida porque aquél plato que se quebro vacío no lo está ya tanto.
De nuevo le sitúa en su mesa y se goza en que la presida y el, inexperto en las artes culinarias, se afana en una imaginaria cocina, llenándole poco a poco y día a día, con una sencilla receta de AMOR, que aprendió a elaborar en la soledad de aquél su dolor, que de tan inmisericorde y profundo, un buen día, se le desenrredó por los pies y comenzó a curarse la herida.
Es un hombre sí, como lo eres tú y por si alguna vez pierdes el rumbo, toma nota, por favor:


                                        RECETA
-200gr.de paciencia marinados en 1/4kg. de tesón.
-1/2kg. de respeto y comprensión.
-300gr. de serenidad.
-1kg. de quererse mucho a uno mismo.
– A partes iguales, tanto como se guste de alegría y paz.


Elabórese una masa muy fina y prepárese para hornear, la temperatura precisa ha de ser la del amanecer estival. Decórese dicha masa con la caricia de una sonrisa y con licor de perlas de lluvia se debe rociar. Finalmente sirvase con la siguiente guarnición; de un ruiseñor el canto sobre un lecho fresco de amabilidad.
Elabórese con sumo cuidado y cariño durante una eternidad y así este plato vacío que a veces es el corazón humano, gócese pleno en deleitarse de AMOR, aprendiendo a paladear de la vida, cada bocado casero, cada exquisita ocasión.


Carmen Duarte, Año 1999

1 comentario:

Unknown dijo...

Javi

Extremecedor y hermoso lo que escribes.
Tomo nota de tu receta por si en algún momento lo necesito, aunque a veces es dificil encontrar todos los ingredientes.
Un saludo!
(acabo de descubrir el comentario que dejaste en mi blog el 2 de junio)