martes, 17 de diciembre de 2013

PEQUEÑAS COSAS

Cuando tan sólo era una jovencita y la vida todavía no me había golpeado lo suficiente creía que tenía muy claras mis creencias religiosas, me definía como una persona agnóstica sin más. Con los años llegué a comprender lo beneficioso que es ese concepto de la fe, esa fe que hace que las personas tengan esperanza y pongan lo mejor de si mismas. Es bueno creer en algo, en un Dios sea de la religión que sea, en nosotros mismos, en nuestra capacidad de salir hacia adelante, en el universo, en nuestra capacidad de amar y de que el mundo se mueva en torno al amor de todos y cada uno de nosotros...
                                  Mis creencias siguen ahí, con sus dudas, que no son pocas pero reconozco que con el deseo, ahora que me acerco a la recta final de mi vida, de que exista algo o alguien ahí arriba que me reciba cuando llegue porque tengo una curiosidad tremenda y un montón de preguntas que me gustaría poder hacer, para llegar a comprender muchas cosas de las que ocurren aquí abajo.
                                   Sin embargo entre que subo o no, de vez en cuando me voy llenando el alma de pequeñas vivencias maravillosas, de esas que si te hacen pensar que Dios existe porque sientes que en ese día que no tiene nada especial, a ti, te ha dado una tregua.
                                    Había hecho muchos planes, acompañar a mi hija un gran trayecto de su vida y estar a su disposición para mis futuros nietos y sus necesidades y como no, seguir trabajando y viajando. Es difícil asumir que todo se ha desvanecido como el polvo. Supongo que Dios tenía ya escrito el destino para mi, yo no debía llegar a ser anciana.
                                     Pero hay días en los que ocurren cosas preciosas, singulares en los que te cuesta reprimir las lágrimas de emoción y eso es lo que me dice que Dios se encuentra ante todo en las pequeñas cosas. Esas pequeñas cosas que por si mismas se hacen grandes.
                                      El día 12 de diciembre he compartido una comida maravillosa que para mi ha significado muchísimo, quiero agradecer el cariño de todos los que fueron mis compañeros y el detallazo de quien se acercó exprofeso a tomar café y y un momento para darme un abrazo, mil gracias, no lo olvidaré, me sentí muy feliz.
                                       El día 13 de Diciembre compartí de nuevo otra comida con los que fueron mis compañeros del ambulatorio y me sentí genial con ellos. Buena gente donde los haya y con la que también me siento muy feliz.
                                        Finalmente el 14 de Diciembre hice un esfuerzo tremendo y logré cantar con mi coro y fue maravilloso porque a pesar de todo todavía sigo conservando mi voz de soprano y disfruto cantando, me hace feliz.
                              ¡¡¡¡ Si, Dios está en las pequeñas cosas !!!!

                                                                        Carmen Fernández, Diciembre 2013